Vamos, que, con todo el mundo queriendo ser original porque así lo dice la propaganda de la eterna juventud, hemos llegado a que tanto esforzarse en ser original ya aburre por lo clónico.
Ayer por la noche se escuchaban gritos a todo pulmón… ¡GOOOOL!!!
La gente gritaba, lanzaba petardos, cohetes, se mostraban ante las cámaras de televisión como posesos compitiendo por ver quién hacía la estupidez más gorda.
Resulta que un equipo de balompié había ganado un campeonato.
Y sus jugadores estaban hipersatisfechos porque habían triunfado en sus juegos cirquenses, y porque recibirán tesoros por ser cómplices necesarios para manejar a la plebe al antojo de sus amos.
Además, en el reino feudal, criminal y opresor de Cataluña, sus dirigentes están megaencantados de ver cómo sus súbditos se comportan tan previsiblemente y porque su control es absoluto.
Y en el reino feudal, asesino y opresor de Qatar están superfelices porque su dinero manchado de sangre ha dado sus frutos.
Todos ganan, menos el rebaño feliz, por supuesto.
Cuando los individuos se convierten en masa son muy fáciles de dirigir, y por eso el poder les repite constantemente el mantra de que «el pueblo unido nunca será vencido» porque es mentira y sirve a los intereses de sus señores feudales.